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El comentario de hoy, jueves 12 de septiembre 2024

El lamentable suceso ocurrido el pasado 31 de agosto, con el homicidio de un estudiante de la Universidad Anáhuac, por parte de policías municipales de Santa Lucía del Camino y cuya indagatoria emprendió la Fiscalía General del Estado, conlleva algo más que la cancelación de los operativos de alcoholímetro. Es urgente una revisión a fondo de dichas corporaciones y las leyes que sancionan la conducta de los y las ediles, caciques de horca y cuchillo.

Tuvo que darse un hecho lamentable, para voltear a ver las irregularidades y abusos que se cometen el día a día. Muy desafortunado el argumento de la titular del Secretariado Ejecutivo del Sistema Estatal de Seguridad Pública, en el sentido de que uno de los policías que accionó su arma no estaba autorizado para ello. Entonces, ¿porqué se le dotó de la misma? ¿Las policías municipales han sido capacitadas o a dónde va a dar el presupuesto federal destinado para ese fin?

Es decir, hay muchas interrogantes qué responder, pues no basta querer tapar el pozo luego del niño ahogado y después apostarle a la capacidad de olvido. En tanto no se capacite en cuestiones de derechos humanos, la presunción de inocencia, los protocolos para el uso de la fuerza y otros, hechos tan lamentables como el que hemos comentado seguirán ocurriendo.

Que el titular de la Secretaría de Seguridad Pública y Protección Ciudadana, deje de regodearse con las calendas y nuestro folklore y se ponga a trabajar. Oaxaca no es el remanso de paz ni un Edén de la seguridad, mucho menos uno de los estados más seguros del país, ese mito que tiene como tres sexenios que se viene arrastrando, sino uno más en un país salpicado de sangre, con ajustes de cuentas, homicidios, feminicidios, extorsiones y desapariciones al alza.

El pasado primero de agosto, fue detenido Antonio R., conocido como “El Diablo”. Se desempeñaba como policía en el municipio de Zapotitlán Palmas. Desde hace 20 años la justicia norteamericana lo había ubicado como uno de los delicuentes más buscados, por un homicidio cometido en la Unión Americana. ¿Cuántos hay en situación similar en la atomizada nomenclatura municipal oaxaqueña, encubiertos como elementos policiales, viales o modestos topiles?

Ya es común que se diga en instancias oficiales de policías certificados y que pasaron el examen de control y confianza. Y que tenemos una policía casi de primer mundo. Sin embargo, por los hechos que hemos tratado en este comentario, eso es una falacia. Más que echar las campanas al vuelo, hay que poner manos a la obra y revisar antecedentes, capacitación y eficiencia en la tarea que implica la seguridad ciudadana. (JPA)

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